La película que no olvida a su público.
Que pena tu vida, para mí la mejor película chilena del año.
¿Por qué? Primero que nada, no es un tratado pseudo-filosófico del cineasta, como la mayoría de otras películas chilenas que he visto este año, donde más que personajes, siento al director/guionista hablando.
Películas que, por supuesto, terminan siendo un tratado de banalidad anecdótica, no cine.
Que pena tu vida es una propuesta, más humilde que otras quizás, que no olvida lo más importante: la historia y comunicar a un público. Pareciera que la mayoría de cineastas chilenos le escupiera en la cara a la audiencia y en lugar de una historia hicieran un compilado de “sus interesantes reflexiones sobre la vida, política o lo que sea”.
La película de López no olvida a su público, define un grupo concreto de personas y les entrega exactamente lo que estos esperan: una buena comedia romántica, donde nos vemos reflejados como personas. Al comienzo pensé que cada aspecto de la película giraría solo en torno al sexo, pero después vi que había un fondo en la historia y las relaciones humanas eran algo más que un condón roto.
Además, estaba harto de la gente mala y pusilánime de la mayoría de las películas chilenas. Si bien los personajes de López no son ejemplos de moralidad –ni tampoco queremos que lo sean- todos tienen algo que podemos rescatar. Si el cine es una síntesis significativa de la realidad, al menos dejemos plasmado en el celuloide algo que valga la pena recordar.
Que pena tu vida, para mí la mejor película chilena del año.¿Por qué? Primero que nada, no es un tratado pseudo-filosófico del cineasta, como la mayoría de otras películas chilenas que he visto este año, donde más que personajes, siento al director/guionista hablando.
Películas que, por supuesto, terminan siendo un tratado de banalidad anecdótica, no cine.
Que pena tu vida es una propuesta, más humilde que otras quizás, que no olvida lo más importante: la historia y comunicar a un público. Pareciera que la mayoría de cineastas chilenos le escupiera en la cara a la audiencia y en lugar de una historia hicieran un compilado de “sus interesantes reflexiones sobre la vida, política o lo que sea”.
La película de López no olvida a su público, define un grupo concreto de personas y les entrega exactamente lo que estos esperan: una buena comedia romántica, donde nos vemos reflejados como personas. Al comienzo pensé que cada aspecto de la película giraría solo en torno al sexo, pero después vi que había un fondo en la historia y las relaciones humanas eran algo más que un condón roto.
Además, estaba harto de la gente mala y pusilánime de la mayoría de las películas chilenas. Si bien los personajes de López no son ejemplos de moralidad –ni tampoco queremos que lo sean- todos tienen algo que podemos rescatar. Si el cine es una síntesis significativa de la realidad, al menos dejemos plasmado en el celuloide algo que valga la pena recordar.
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